Sentir es una compleja y profunda función necesaria para la vida. Las aulas son uno de los espacios más favorables para aprender cómo es nuestro sistema emocional, cómo gestionarlo, cómo conectar con los demás y cómo servir de ayuda.
Trabajar la inteligencia emocional mejora las competencias socio- emocionales, ayuda en el aprendizaje de regulación de las emociones y genera estrategias para enfrentarse a situaciones adversas de la vida. Al tiempo, que promueve algo imprescindible en la formación integral: el autoconocimiento, la autoestima, y habilidades de relación positiva entre iguales.